Don Jaime trabaja en su despacho, acompañado por Juan Vázquez de Mella. |
"En realidad, el problema social,
que debemos considerar como la base de todo sistema político, es un problema de
justicia, de conciencia y de fraternidad humana. Es tan peligroso contentarse
con señalar tan sólo los derechos del capital y los deberes del trabajo, según
tienen tendencia a hacerlo ciertos elementos mal llamados conservadores, como
limitarse a exaltar los derechos del trabajo y los deberes del capital, según
pretenden muchos partidarios del socialismo.
Yo considero que hay que amparar
la clase obrera como la más débil, la más necesitada de apoyos verdaderos; pero
creo que hay que amparar a la vez a la sociedad contra el torrente devastador
del odio, traído por el antagonismo de clases, por la propaganda nefasta de los
que ven en la anarquía el único remedio de las injusticias sociales.
Para ello hay que dictar leyes
adecuadas para la clase obrera, leyes justas, concebidas con un amplio espíritu
de fraternidad humana que garanticen al obrero su personalidad moral, lo
protejan contra la enfermedad y las crisis comerciales y al mismo tiempo
organicen su vida social de tal manera que no se considere jamás aislado frente
al egoísmo y la envidia de la clase capitalista."
Jaime III
Melgar, Francisco. Don Jaime, el príncipe caballero. Espasa-Calpe S.A. Bilbao, 1932. pp .175-176)
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