Una delegación de carlistas de Navarra asistió ayer a la presentación en Barcelona de don Carlos Enrique, el hijo de don Carlos Javier de Borbón-Parma. Los carlistas navarros viajamos en una furgoneta y varios coches, de madrugada, para asistir a la Misa y al Te Deum celebrados en el monasterio de Santa Ana de la ciudad condal.
© Jacobo Biarnés |
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Durante la comida posterior tuvimos la ocasión de hablar con don Carlos Javier y presentarle propuestas para hacer de forma concreta, y en nuestro Reino de Navarra, las aspiraciones de justicia y hermandad que propone nuestro ideario. También charlamos con el secretario del Rey y asistentes de otros lugares de España. Fue una oportunidad para compartir proyectos y responder a cuestiones de otros militantes. Por ejemplo, a un veterano que nos preguntaba si veníamos de Iruña o de Pamplona, le manifestamos nuestro orgullo por la riqueza cultural y lingüística de Navarra. En un debate que se suscitó acerca de la propiedad privada, nos manifestamos a favor de la propiedad y el comunal, advirtiendo de la amenaza que suponen tanto el colectivismo marxista, que propone suprimir la propiedad privada, como del capitalismo liberal, que, como recordaba Chesterton, no supone muchos propietarios, sino unos pocos oligarcas que aprovechan las condiciones de supuesta libertad para concentrar todas las propiedades.
La presencia de don Carlos Javier en Barcelona ha traído dos beneficios, tanto a España como a los carlistas. Para nosotros, los carlistas, ha sido una oportunidad de diálogo entre militantes de las distintas asociaciones y movimientos en los que se ha organizado nuestro pueblo. Para España, supone el recordatorio de que es posible integrar nuestra riqueza en un frente común, combinar las peculiaridades de cada pueblo hispano, respetando cada forma de ser y, al mismo tiempo, trabajar en unión para resolver nuestros problemas. Los fueros, por ejemplo, son la solución al "problema territorial".
La visita de don Carlos Javier ha sido, en definitiva, una ocasión para reafirmarnos en nuestro ideario, que no es otro que el trilema de Dios, Patria y Rey.
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