Los carlistas de Navarra condenamos
la intención del lobby Hazte Oír de visitar Pamplona con su propaganda. Un mes
después de que una reacción vecinal sin precedentes obligara a la asociación
Chrysallis a retirar su campaña a favor de la transexualidad de menores, Hazte
Oír ha resucitado viejos males con el fin de acaparar la atención mediática.
La táctica de Hazte Oír no es muy diferente de la de la asociación Chrysallis, que puso a Navarra en el mapa después de haber viajado a Nueva York para conseguir los dólares con los que trataron, sin éxito, de sembrar la polémica en nuestros barrios. Los lobbys se alimentan de polémicas.
La intención del lobby es convertirse en una referencia a cualquier precio, renunciando incluso a la
legítima participación política y cultural para obtener el rédito que
proporcionan a corto plazo sus maniobras provocadoras. Hazte Oír ha convertido así varias causas justas en amenazas para la convivencia vecinal.
Sin una comunidad que los respalde, ni una cultura que los impulse a la vanguardia, es propio de los lobbys alimentarse de las falacias que ideologías rivales crean y los medios vocean. Mientras el vecino comprometido reacciona para proteger a quienes ama, el lobby procura mantener con vida el ataque que sufre la familia del vecino, pues puede auparle al poder. Por supuesto, al lobby le importa muy poco que los partidarios de tal o cual ideología vivan de hacerse las víctimas, porque el lobby necesita espacio de influencia, debe atacar para seguir creciendo.
Por supuesto, a los carlistas no nos preocupa sólo que una entidad nociva pervierta una causa. Más crítico nos parece que, resucitada la polémica sobre el escenario mediático, los escasos partidarios de la ideología de género utilicen la campaña
de Hazte Oír para ridiculizar la defensa de la naturaleza humana. De esta
manera, Hazte Oír contribuye a la campaña de persecución de la infancia
iniciada por la asociación Chrysallis, que ya trató de educar a nuestros vecinos más jóvenes a través de una agencia de publicidad.
Sin una comunidad que los respalde, ni una cultura que los impulse a la vanguardia, es propio de los lobbys alimentarse de las falacias que ideologías rivales crean y los medios vocean. Mientras el vecino comprometido reacciona para proteger a quienes ama, el lobby procura mantener con vida el ataque que sufre la familia del vecino, pues puede auparle al poder. Por supuesto, al lobby le importa muy poco que los partidarios de tal o cual ideología vivan de hacerse las víctimas, porque el lobby necesita espacio de influencia, debe atacar para seguir creciendo.
Los carlistas de
Navarra defendemos que el ámbito propio de la educación de niños y jóvenes es
la familia. Por tanto, seguiremos reaccionando ante cualquier intento de violar
el legítimo derecho de los padres a educar a sus hijos. También seguiremos advirtiendo, aunque duela, de la presencia de lobos con piel de cordero dispuestos a pervertir hasta lo más sagrado.
Por último, los carlistas
queremos pedir a todos los partidos políticos y colectivos que se han
solidarizado con la propaganda a favor del transexualismo que actúen con la misma
contundencia a la hora de defender y aplicar medidas que protejan a las
familias navarras.
Los revolucionarios son profesionales de la alarma social Foto de Konstantinos Stampoulis para Wikimedia |
Supongo que lo mismo se puede decir de los que criticaron la campaña de Chrysallis (dándole más bombo), de "Respeto por Navarra" (que amplificó mucho lo de Abel Azcona), las pintadas contra las exhumaciones que le dieron mucha más polémica y consiguieron una condena unánime del Ayto. Etc. No se. Yo apoyo cualquier maniobra de resistencia pacífica frente a la imposición del pensamiento único, no miro tanto personalismo. Me da igual si viene de una organización u otra. Los personalismos ahogan las causas. ¿Hay alguien bueno en el mundo aparte de ustedes mismos?. ¿Todos unidos, no partidos?. Eso he leído en sus pegatinas.
ResponderEliminarPor supuesto que hay alguien bueno en el mundo aparte de nosotros. Por supuesto. Es más, es que nosotros no somos ni siquiera los buenos. Esas pegatinas que predican la unidad son de otra organización carlista. Nosotros somos bastante ogros, y algo cerriles, y con bastante mala leche. Purgamos nuestros pecados proclamando, sin titubeos, verdades inquietantes como la del artículo. ¿Le molesta? Vaya.
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